La piel es un sistema tan complejo como cualquier otro órgano del cuerpo humano (y también es el más extenso). Entender que no todos tenemos el mismo tipo y la importancia de saber identificarlo es fundamental al momento de determinar el cuidado adecuado y los tratamientos que necesita.
Usar productos o realizar técnicas que no son aptos podría dañar el tejido cutáneo y traer consecuencias no deseadas. Por eso, en este artículo te compartiremos información acerca de las diferentes clasificaciones de la piel, los métodos de evaluación para reconocer cada uno de los biotipos y lograr resultados efectivos. Además, conocerás las herramientas especialmente diseñadas para profesionales que hacen más fácil el trabajo de detección y reconocimiento.
La importancia de conocer el tipo de piel
Existen distintas clasificaciones de las que te contaremos más adelante y conocerlas es esencial para quienes trabajan en el cuidado de la piel. Como bien sabés, el estado del cutis va más allá de la apariencia y puede afectar la salud general.
Cada tipo tiene características y necesidades únicas que pueden variar en textura, oleosidad, sensibilidad y predisposición a ciertas afecciones. Son estas variaciones las que determinan cómo responderá a diferentes productos y tratamientos.
Además, identificar a qué clasificación pertenece la piel del cliente ayudará a prevenir problemas como el acné, la sequedad extrema, la sensibilidad y la irritación, permitiendo hacer un plan de acción combinando tratamientos y productos.
Una evaluación equivocada puede empeorar las condiciones existentes y alterar el equilibrio natural, causando problemas como la sobreproducción de sebo en pieles grasas o la intensificación de la sequedad en pieles secas.
Tipos de Piel
La piel se clasifica en cinco categorías principales: normal, grasa, mixta, seca y sensible. Aunque puede cambiar debido al clima, la salud y el envejecimiento, la misma tiene un origen genético y tiende a mantenerse constante a lo largo de la vida.
Es fundamental no confundir los biotipos con los problemas dermatológicos. Los trastornos de la piel son afecciones que pueden manifestarse en cualquier tipo, de hecho, personas con diferentes tipos pueden experimentar los mismos problemas dermatológicos.
A continuación te contamos cómo se clasifican y sus principales características.
Piel normal
Este tipo de piel suele ser equilibrada, no es demasiado seca ni muy grasa, y no tiene manchas, granos, ni tiende a irritarse. No está “tirante” después de lavarla, es elástica y con un tono rosado.
Es suave y resistente y acepta la mayoría de los principios activos que se usan en los productos de cuidado para la piel. Aún así es importante limpiarla e hidratarla para eliminar la suciedad y las células muertas de la piel, y protegerla de los daños que causan los rayos UV.
Consejos para cuidar la piel normal:
• Limpiarla y mantenerla hidratada
• Exfoliar suavemente para eliminar las impurezas y células muertas
• Estimular la circulación aplicando una crema facial o sérums con un suave masaje
Piel grasa
Estas pieles tienden a producir más sebo del necesario y se caracterizan por tener poros grandes, sensación grasosa y brillante a lo largo del día e imperfecciones como granos o espinillas. Si bien suelen ser difíciles de cuidar, tardan más tiempo en mostrar los signos del envejecimiento.
Cuando el exceso de grasa se mezcla con la suciedad y las células muertas de la piel, comienzan a formarse granos. Las causas de este tipo de piel son la predisposición genética, el estrés y las fluctuaciones hormonales.
Para más información sobre el acné, causas, tipos y los tratamientos más efectivos, te invitamos a leer el artículo “Acné: los mejores tratamientos para ofrecer en tu gabinete de estética”.
Consejos para recomendarle a tus clientes:
• Limpiar y desmaquillar el rostro cada noche para no tapar los poros
• No realizar limpiezas excesivas
• Exfoliar la piel con una exfoliación suave y una máscara facial una vez a la semana
• No tocar los granitos ni los puntos negros
• Utilizar un producto de cuidado facial matificante para hidratarar el rostro evitando los brillos
• Utilizar productos especiales antibacterianos para restituir el equilibrio natural de grasa y evitar los brotes
Piel mixta
La piel mixta se caracteriza por tener dos tipos de piel en la rostro: piel normal o tirando a seca y piel grasa con imperfecciones. La grasa se suele acumular en la zona T, compuesta por la frente, la nariz y la pera.
La combinación de grasa y descamación puede ocasionar brotes y puntos negros de vez en cuando. Esto puede dificultar la rutina de cuidado de la piel, ya que se tienen que cuidar todas las zonas del rostro.
Esto le podés recomendar a tus clientes:
• Limpiar la piel en profundidad antes de aplicar los productos habituales de tu rutina de cuidado facial. Para eso, lo primero que hay que hacer es eliminar la grasa y evitar que las zonas más secas se resequen. Un limpiador suave es ideal y terminar con una crema hidratante sin grasa, utilizándola con moderación en la zona T.
• Utilizar agua tibia en lugar de agua muy caliente o fría.
• Aplicar crema hidratante regularmente.
• Utilizar siempre productos indicados para pieles mixtas.
Piel seca
La piel seca se siente tensa, áspera o escamosa, ya que carece de humedad y de lípidos. Esto es porque las glándulas sebáceas segregan menos grasa, lo cual provoca descamación y la aparición de líneas de expresión.
Este tipo de piel es especialmente susceptible a los cambios ambientales, como la luz del sol o el viento. Esto puede hacer que la piel seca empiece a picar e incluso a irritarse.
Recomendale estos pasos a tus clientes:
• Tomar 2 litros de agua al día.
• Utilizar siempre cremas de día con factor de protección solar para proteger la piel de la radiación UV.
• Utilizar sérums como complemento a una crema hidratante, cómo los de ácido hialurónico, ultra hidratantes, o con elastina.
• Utilizar productos de cuidado ricos en aceites naturales para ayudar a aliviar, relajar y mejorar la falta de humedad.
• También se puede usar un exfoliante suave una vez a la semana para eliminar la acumulación de células muertas y dejar que reluzca la piel más joven y fresca que se encuentra debajo.
• Evitar los limpiadores fuertes.
Piel sensible
La piel sensible reacciona más a los medios externos como el estrés, el sol, el aire seco de las calefacciones, los vientos fuertes o la luz ultravioleta. Es muy reactiva, por lo que se desequilibra, se siente tensa, con picor, bultos, sequedad y desarrolla rojeces con facilidad.
Este tipo de piel también tiende a ser más delgada, tiene poros más pequeños y suele ser más seca.
La piel sensible también puede contribuir a la sequedad de la piel, las manchas, el acné o los puntos negros.
Requiere un cuidado especial para calmarla, reforzar sus barreras y hacerla resistente, y es indispensable el uso de productos suaves y sin perfumes, ya que los limpiadores fuertes, el alcohol y las fragancias la irritan.
Consejos para recomendarles a tus clientes:
• Utilizar una crema que proteja la piel frente a los factores ambientales nocivos.
• No frotar con fuerza la piel al secarla, hacerlo con pequeños toques.
• Utilizar productos sin perfume.
• Evitar el uso de ácido salicílico, componente usual en productos de limpieza.
Métodos de Evaluación de la Piel
Para realizar una evaluación de piel, primero se debe realizar una consulta inicial y una entrevista detallada con el paciente para conocer sus hábitos de cuidado, historial médico y preocupaciones específicas.
Luego, recurrir a la observación visual y examinar la piel bajo luz adecuada, usando una lupa para detectar características específicas como poros, textura, brillo, y nivel de hidratación. Las pruebas táctiles también son importantes, es tan simple como tocar la piel para evaluar su elasticidad, nivel de grasa y sensibilidad.
Hay dos formas sencillas de descubrir el tipo de piel:
• Método de la cara desnuda: lo primero que se debe hacer es limpiar la cara a fondo con un limpiador suave y secarla levemente. Dejar la piel desnuda, sin aplicar ningún otro hidratante, suero o tratamiento. Transcurridos 30 minutos, examinar las mejillas, pera, nariz y frente para comprobar si hay brillo. Pasados otros 30 minutos más, evaluar si la piel se siente reseca, sobre todo al sonreír o al realizar cualquier otra expresión facial.
Si se siente tensa, probablemente esté seca. Si por el contrario hay un brillo notable en la nariz y la frente, es probable que la piel sea normal o mixta. Si además de la frente y la nariz, también hay brillo en las mejillas, seguramente el paciente tenga una piel grasa.
• Método de la hoja secante: este método es mucho más rápido que el primero, y normalmente, una de las mejores formas para diferenciar entre los tipos de piel grasa y seca. Para ello, da toquecitos suaves con un papel seco por las diferentes áreas del rostro. A continuación, sostén el papel a la luz para evaluar cuánta grasa es visible.
Si el pliego recogió poco o nada de grasa, lo más probable es que sea un tipo de piel seca. Si por el contrario el papel presenta grasa recogida de las áreas de la frente y la nariz, entonces tu piel es normal o mixta. Finalmente, si la hoja está saturada de grasa, lo más seguro es que tengas una piel grasa.
También existen herramientas diagnósticas y modernas que permiten obtener datos precisos, como:
• Dermatoscopios: es una herramienta equipada con luz y lentes de aumento, que permite observar estructuras cutáneas y lesiones en alta resolución, ayuda a identificar características específicas, como la textura, el grosor y la presencia de imperfecciones o problemas dermatológicos. Este dermatoscopio tiene dos lentes de cristal óptico K9 de cuerpo de espejo metálico, aumento de 45x y tres luces LED.
• Lámparas de Wood: aplica sobre la piel una fuente de luz ultravioleta de onda larga (entre 320 a 400 nm) que determina si existe alguna patología que necesite tratamiento. La piel saludable no brilla bajo esta luz, mientras que si hubiera alguna infección, absorbe la energía de la luz ultravioleta y emite una radiación luminosa fluorescente. De acuerdo al cambio de color que muestre el área iluminada indicará una determinada condición.
• Medidores de humedad y oleosidad: estos utilizan tecnología de análisis de impedancia bioeléctrica (BIA) para evaluar la condición de la piel. Con solo apoyar el medidor en el área a diagnosticar, se obtiene una lectura precisa de los valores porcentuales de humedad y oleosidad en la piel. Esta información es crucial para determinar el tipo de piel y las necesidades específicas de hidratación y control de sebo.
• Apps y software de análisis de piel: existen también softwares más avanzados y específicos, como Antera 3D, Canfield Reveal Imager, Mirror Skin Care Software, SkinVision, SkinIO, que ofrecen análisis detallados mediante imágenes de alta resolución, mapeo corporal, y simulaciones de tratamientos, permitiendo a los profesionales personalizar los cuidados y mejorar significativamente la calidad de los tratamientos estéticos y dermatológicos.
Consejos Prácticos para Profesionales
Una vez que se hayan realizado los métodos elegidos y se tenga un diagnóstico, hay distintos puntos a tener en cuenta a la hora de comunicarle los resultados al paciente:
• Utilizar un lenguaje claro y sencillo: te recomendamos evitar el uso de terminología médica compleja y explicar los resultados en términos que tu cliente pueda comprender fácilmente.
• Personalizar: relacionar los resultados con las preocupaciones específicas de cada persona y sugerir un plan de tratamiento particular según el caso.
• Informes: te sugerimos redactar un documento con los resultados de la evaluación y las recomendaciones para que el paciente tenga una referencia clara.
• Empatía y paciencia: asegurate de responder todas las preguntas del paciente y ofrecer apoyo continuo.
Como vimos en este artículo, la correcta identificación del tipo de piel es crucial para proporcionar tratamientos y cuidados personalizados, mejorando la eficacia y resultados de los procedimientos estéticos, evitando lo más posible las consecuencias no deseadas.
La industria de la estética y cuidado de la piel está en constante evolución. Es ideal mantenerse al día con las nuevas tecnologías y métodos para garantizar que se puedan ofrecer el mejor servicio posible a los clientes. Además, estar informado sobre las últimas innovaciones le permitirá diferenciarse en un mercado competitivo y ganarse la confianza de los pacientes.