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Día a día, la piel se enfrenta a agentes como el clima, la contaminación ambiental o el maquillaje, que pueden provocar manchas, arrugas o sequedad, entre otras consecuencias.
A veces, estos cambios no se detectan a simple vista. Es necesario contar con un equipo de diagnóstico que permita ver más allá.
La lámpara Wood aplica sobre la piel del paciente una fuente de luz ultravioleta de onda larga (entre 320 a 400 nm) que determina si existe alguna patología que necesite tratamiento.
La piel saludable no brilla bajo esta luz, mientras que si hubiera alguna infección, absorbe la energía de la luz ultravioleta y emite una radiación luminosa fluorescente. De acuerdo al cambio de color que muestre el área iluminada, ya sea el rostro o las manos, indicará una determinada condición que se podrá interpretar de acuerdo a la siguiente lista:
Violeta fuerte: hidratación.
Violeta claro: deshidratación.
Azul violeta o lavanda: piel normal.
Rosa o amarillo pálido: seborrea.
Casi blanco: epidermis espesa y muy queratinizada.
Oscuro: epidermis fina y poco queratinizada.
Fluorescencia verde pálido: acné y comedones.
Coloración débil: zonas hiperpigmentadas.
Contá con este asistente perfecto para tu consultorio y obtené información relevante acerca del estado de la piel de tus pacientes.
Se recomienda para:
• Detectar enfermedades pigmentarias, metabólicas, infecciones fúngicas o bacterianas, incluso antes de que sean observables a simple vista.
• Diagnosticar imperfecciones en todo tipo de piel.
• Determinar falta de hidratación, exceso de acné, manchas en la piel o rojeces.
• Descubrir problemas en la pigmentación de la superficie cutánea.
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